NUNCA CIERRAN LA PUERTA
·25 junio, 2025
El expresionismo ha mantenido perpetuamente la puerta abierta y no parece que, a pesar de todas las dificultades, negaciones e improperios, vaya a cerrarla, porque si siempre se ha hundido en la profundidad para sobrepasar estéticamente el mundo (Hausmann), es por considerar a la obra de arte como una permanente vigilia existencial y hasta metafísica inherente a la realidad humanística de nuestro tiempo.
Y si ha nacido en los fondos abisales de la historia es porque en nuestra subconsciente pesa un atavismo milenario y sus secretos eternos necesitan ser revelados progresivamente a medida que las circunstancias culturales, sociales e históricas lo hacen preciso y necesario.
Su manifestación va en paralelo al surrealismo, junto con el cual rompe los márgenes cronológicos y preceptivos para resucitar cíclica e inesperadamente con nuevas propuestas e indagaciones.
Ahora, incluso deviene más imperativo, dado que nuestra creación contemporánea está, espiritualmente hablando, en plena derrota por su menosprecio a las intervenciones del espíritu y a los valores intelectuales.
Ya Antonin Artaud señaló que para el logro de una idea renovada del hombre hay que llevar a cabo una transformación cultural, partiendo de la base de que sin metafísica no hay cultura, no hay arte, no hay inclusive una vida plena.
Para los mayas el destino no existía, para la humanidad éste es la supremacía de la muerte, sin que ello equivalga a incapacitar la mísera existencia presente, aunque solamente sea una mera apariencia y un absurdo el conservarla.
Gregorio Vigil-Escalera
De las Asociaciones Internacional y Española de Críticos de Arte (AICA/AECA).