No sabéis a duras penas quien soy; escribo, pinto desde que era un niño, hoy lo hago en el silencio de la montaña, rodeado de animales; perros, gatos, burros, cerdos, cabras. Lo sé, beben palabras de amor; yo dispenso el néctar.
Que un hombre llore o sea sensible provoca rechazo, resulta molesto. Yo soy uno de ellos; maldita adrenalina. En nosotros es amanerada y cursi la dulzura, casi despreciable; ser fuerte es baluarte de elegidos, destreza vital a la que pocos tenemos acceso.
Enamorado del deporte y vegano. He publicado varios libros y soy un pintor loco, autodidacta amante del bosque y el color azul aguamarina.
Como artista plástico mezclo mi fórmula visual con escritura, música, escultura natural; todo va unido, contando una historia. Mis obras tienen su esencia en la conexión inseparable a la naturaleza, su presencia a mi alrededor, su voz, su mágica enigmática.
Me expreso mezclando pintura con arena, telas de araña abandonadas, polvo, estiércol, corteza de árbol, restos de nidos de pájaros derrumbados por el viento, hojas, flores secas, pequeñas piedras, pelos de animales, plumas. A medida que la obra va cogiendo forma, empieza una narración interior que va creando los matices y la dirección, énfasis, insinuación, rasgos que permiten que consuma el proceso; siempre reciclando materiales y soportes; papel, cartón, lienzo.
La oscuridad es el paisaje natural que influencia mi obra, la tormenta, la vida en la noche, mensajes del más allá, misterios insondables de la voz interior, el caos que en realidad es el comienzo.