Cuánto escrito sobre ti.
Una obra magna en su sencillez, cercana, tierna y a la par misteriosamente sutil.
Convertida en icono de la cultura occidental, y concretamente renacentista, una joya de Italia y el mundo. No se podría encontrar en otro sitio que, en un templo del Arte, el museo del Louvre, Paris, cosas de la vida, cosas de la Historia.
En sus últimos años Leonardo vivió en Francia, en la corte del rey Francisco I, grandes reyes con visión artística tenemos en la memoria, gracias a este perduran obras del gran da Vinci en la capital francesa.
Un cuadro enigmático que siempre tuvo Leonardo y que está vinculado a la copia contemporánea que realizó de esta obra uno de sus discípulos más cercanos, Melzi, obra recién descubierta en el museo Nacional del Prado.
Ciertas obras, esta una de ellas, han adquirido misticismo y leyenda a través de preguntas que nunca serán respondidas, yo no contribuiré a ello, pues a veces el tiempo dilata misterios algo artificiosos.
Es una obra maestra por muchos motivos, siendo un ejemplo trascendental para el devenir de la Historia del Arte, su perspectiva aérea-atmosférica son un paso decisivo en el devenir pictórico.
El tratamiento de la transición del color y la sombra suponen un avance claro y vigoroso para los artistas posteriores. La elegancia en el tratamiento de la figura, sus disposición de medio cuerpo, las veladuras , su piel y la iluminación lo hacen ser un antes y un después en la ejecución de la temática retratística, y el paisaje es una obra maestra en si, pues gracias a los estudios ópticos del propio Leonardo , así como sus conocimientos de la Naturaleza y su observación “cuasi” obsesiva hacen que sin que lo haya parezca que hay profundidad, aire y atmósfera, he ahí la genialidad, pasando a ser una imagen ejemplo de la Humanidad del artista, conseguir traspasar el tiempo y la admiración de todos los especialistas y colegas posteriores.

